Según Plinio el Viejo en su Naturalis Historia, el basilisco era oriundo de Cirene, y no medía más de 20 dedos de longitud. Poseía una marca blanca en la cabeza que se asemeja a una diadema. Además del poder de matar con la mirada, su influencia era tan nociva que su aliento marchitaba la flora del entorno y resquebrajaba las piedras. Los únicos métodos seguros de matarlo era con el canto del gallo, el cual aterrorizaba al basilisco, o con una comadreja, la cual era el único animal capaz de vencerle con su olor, si bien al coste de morir también ella misma.
Isidoro de Sevilla definió al basilisco como el rey de las serpientes, debido a su mirada letal y a su aliento venenoso. Beda el Venerable fue el primero en asentar la leyenda del nacimiento del basilisco de un huevo de gallina, rasgo con posterioridad usado para la cocatriz. Alexander Neckam fue el primero en especular que esta criatura no mataba con la mirada, sino por la "corrupción del aire" que su aliento generaba, una teoría también desarrollada por Pietro d'Abano
Una cocatriz o cockatrice es una criatura legendaria que parece un gallo con la cola de un lagarto, (en las isabelinas era un ornamento del drama y de la poesía), Laurence Breiner describió a esta criatura como; la cocatriz, que nadie vio, nació por accidente a finales del siglo XVI y murió a mitad del siglo XVII, una víctima de la nueva ciencia.[1]
Éste ser fue descubierto por primera vez a finales del siglo XII al encontrar una pista en la Historia Natural de Plinio,[2] como duplicado del basilisco o regulus. Pero, a diferencia del basilisco, la cocatriz tiene alas. Sin embargo, la Enciclopedia Judía (1906) los considera idénticos[
REFERENCIAS:
http://es.wikipedia.org/wiki/Cocatriz
http://es.wikipedia.org/wiki/Basilisco_(criatura_mitol%C3%B3gica)
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